de Marcela Said y Jean de Certeau
¡ estreno regional en FEDOCUR 2006!
1er Festival de Documentales de Curepto
domingo 26 de noviembre/ 20:00 hrs.
Biblioteca Ernesto Barrios Urzúa
Liceo C-20
¡ ENTRADA ABSOLUTAMENTE LIBERADA!
- ENTREVISTA
-"Los temas que los medios callan, el cine documental los recoge"
Mientras El código Da Vinci causa escándalo en todo el mundo vinculando al Opus Dei en oscuras intrigas criminales, ajenos a la controversia del filme de Hollywood, Marcela Said, directora de I love Pinochet, y su pareja Jean de Certeau, hicieron una cinta mucho más seria sobre el grupo religioso: Opus Dei, una cruzada silenciosa. Exhibido en varios festivales y en la televisión francesa, el documental es una investigación a fondo sobre la "Obra" en Chile, pero que pese al esfuerzo de los realizadores no logra develar por completo su misterio.
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El nombre "Opus Dei" (Obra de Dios) resulta sorprendentemente familiar en Chile. Todo el mundo lo ha oído alguna vez y muchos –sabiéndolo o no- lo viven en su vida diaria, especialmente en la educación. Muy pocos, por lo demás, se escandalizan al escuchar sobre su presencia en los círculos económicos y de poder. Y es que casi nadie sabe exactamente qué es la organización católica extremista fundada por Josemaría Escrivá de Balaguer.
Después de I love Pinochet, Marcela Said, chilena radicada en Francia, trató de averiguarlo junto a Jean de Certeau, montajista de documentales y productor de I love..., que firma aquí su primera realización. Cuatro años después, y tras todo tipo de dificultades, Opus Dei, una cruzada silenciosa vio la luz con algunas presentaciones en salas y festivales, pero principalmente al pasar por televisión, para la que fue concebido. En Chile debiera verse más adelante.
El documental, de factura más cuidada y lograda que I love Pinochet, vuelve a indagar con sobriedad y sin prejuicios en la mentalidad y el funcionamiento de grupos cuyos ideales cuesta comprender. Nuevamente, la actitud es lo más imparcial posible, motivada por una curiosidad respetuosa, aunque sin esconder la postura crítica. Si hay "denuncia" es a través de la enunciación. Si hay juicio, en última instancia es el espectador quien lo formula tras escuchar a unos y otros. En Opus Dei... por lo demás, la palabra está dada prioritariamente a los propios miembros de "la Obra" (nombre con el que es conocido el grupo entre sus miembros).
Un punto fuerte del panorama entregado por Said y De Certeau es la variedad de las visiones "desde dentro". No hay una voz oficial, sino que el cuadro que logramos armarnos, aunque incompleto, está compuesto por personalidades con más autoridad, numerarios, parientes de miembros, supernumerarios, y un chocante descubrimiento (para los ignorantes en cultura Opus): las numerarias auxiliares, reclutadas entre las clases populares para las tareas más básicas, como las domésticas, y que además de vivir permanentemente en subordinación ("Dios creó el orden social por algo, no hay que tratar de cambiarlo", reza su credo) entregan su sueldo a la Obra. También se vislumbra la relación entre la secta y los grupos de poder a través testimonios de figuras como Ronald Bown (presidente de la Asociación de Exportadores de Chile) o simplemente descubriendo el cruce de nombres en las distintas esferas.
Claro que Opus Dei… no logra responder a las preguntas que surgen, sino justamente motivar más y más dudas y aprehensiones. En el fondo, aunque revele mucho más de lo que se sabe comúnmente, apenas se asoma a algo que se percibe como mucho más grande, mucho más complejo, y mucho más peligroso de lo que podemos ver.(en la foto, el crítico Ignacio Valente justificando la censura)
Memorables resultan las imágenes de archivo de un increíblemente carismático Escrivá de Balaguer en Chile apoyando a la junta militar en Chile en 1974, o la "generosidad" de José Miguel Ibáñez Langlois (a.k.a. Ignacio Valente, por largos años la figura más importante de la crítica literaria en Chile) comentando sobre la selección de títulos en la biblioteca de la Universidad de Los Andes que –según dice- no censura sino que les ahorra a los jóvenes la terrible experiencia que él vivió con la lectura de Nietzsche.
Opus Dei… deja al espectador con una sensación de frustración y de inquietud. Funciona no tanto como la revelación de un gran secreto, sino como una señal de alarma sobre un tema que, si en Chile se trata como algo en apariencia inocentemente familiar, en otros países sigue siendo delicado, como descubrieron los realizadores. En París, donde vive hasta ahora la pareja, contó a Mabuse algunos de los obstáculos y sorpresas que se encontraron en el proceso, y las ventajas y dificultades del doble estatus nacional (temas y rodajes chilenos, producciones eminentemente francesas) y medial (documentales hechos para televisión) de sus dos últimos proyectos.
-¿De dónde nació la idea de abordar el Opus Dei?
-Marcela: Cuando llegué a Chile a mostrar I love Pinochet el año 2002 apareció en Le Monde Diplomatique de allá un pequeño libro negro que se llamaba El poder del Opus Dei. Amigos periodistas me dijeron que era imposible acceder y hacer un tema sobre el Opus Dei en Chile y pregunté por qué. Creo que fue el desafío, que nunca he creído que nada sea imposible.
Yo conocía a alguien del Opus: una profesora mía de la Universidad Católica era miembro y trabajaba en ese entonces en la Universidad de Los Andes. Decidí ir directamente ahí a buscar a la gente del Opus, tantear el terreno y ver si era posible hacer una película sin ningún tipo de prejuicios; ver si era tan cerrado como decían.
Lo que me motivó fue un poco el hecho de que fuera secreto. Teníamos un candidato presidencial con posibilidades reales que era miembro de la Obra y nadie tenía idea de lo que era. Me pareció importante saber qué es, qué quieren, quién está detrás y todo ese tipo de cosas.
-¿Tuvieron una buena recepción en Francia para poder empezar a hacer la película?
-Jean: Algunos productores sí se entusiasmaron, pero a nivel de los canales de difusión, no. Principalmente, creímos que sería mucho más fácil distribuir la película en los canales públicos, pero finalmente la iglesia católica es un tabú aquí. No se puede hablar del fundamentalismo cristiano, y eso es increíble. Sí se puede hablar del fundamentalismo musulmán, hindú, incluso judío, pero no cristiano. Es un tema delicado y de hecho la gente esperó hasta ver el documental terminado antes de comprarlo (Nota: normalmente los canales en Francia financian el cine a través de la compra previa de los derechos de difusión). No pudieron financiarlo antes, porque tenían mucho miedo de las reacciones de la iglesia católica y de los cristianos en general. Incluso en Europa es un tema tabú y difícil. Fue sorprendente, porque pensamos que no habría ningún problema, pero resultó muy complicado. Nos tomó tres años convencer a un canal público de comprarlo.-Si fue así en Francia, ya me imagino como habrá sido en España, donde grabaron bastante.
-M: Allá es más tabú que acá. Tengo que decir que esta película se hizo en primer lugar gracias al Fondart, que financió casi todo el rodaje. Eso nos permitió tener un buen material rodado y tener las ganas de continuar, pese a todas las oposiciones y dificultades. Porque no sólo era un tema delicado por el Opus Dei, sino que además era sobre Chile y no sobre Francia. Y desde que está el gobierno de derecha en Francia hay mucho menos interés en América latina. Son temas que incomodan, y nadie en los canales quiere arriesgarse.
Lo increíble es que al empezar la investigación fuimos a España a buscar reportajes, documentales al respecto. Pensé que habría una cantidad enorme, pero nos encontramos con la gran sorpresa de que no había NADA. A lo más esos programas de discusión en que se invita a una persona del Opus y a un ex miembro y a alguien que está en contra. Pero no había ningún film en España.
-J: En España hay una suerte de pacto tácito entre la derecha y la izquierda, y nadie habla del tema.
-M: La mitad de los miembros de la Obra vive en España. Además, es una organización con muchas caras. No todo es negro adentro, tiene muchos ejes. Es un tema complicado, porque en el fondo no sabemos nada. En un principio es un grupo de gente que se junta a rezar, que quiere santificarse en la vida común, y luego están los "azares": que la mayoría de esa gente es de derecha, que corresponde a quienes apoyaban a Franco en España y a Pinochet en Chile... ahí empiezan a surgir los ejes más interesantes.
-J: Nuestro trabajo fue sobre todo decodificar lo que es el Opus Dei en una sociedad, qué sociedad quieren construir.
-¿Y en Chile?
-M: No tuvimos grandes dificultades para grabar en Chile. El Opus Dei aceptó abrir las puertas de su organización y en ese sentido nos ayudaron bastante a encontrar los personajes y a conseguir las entrevistas que deseábamos. No hubo desconfianza, si temor a que sólo fuera una película donde los tratáramos mal sin ni siquiera tratar de comprender qué es la Obra realmente.
-¿Cómo definirías al Opus Dei? ¿Hay diferencia entre el Opus Dei de Chile con respecto al Opus de España o Francia?
-M: Básicamente el Opus Dei es una organización que da asistencia espiritual a un grupo de elegidos que luchan día a día por ser "santos". Si tuviera que dar una definición simplista de lo que son, te diría que es un grupo de gente se junta a rezar y que quieren cristianizar el mundo y para ello emplean todos los medios que están a su alcance, sobretodo a través del trabajo profesional.
La gran diferencia del Opus Dei en Chile respecto de otras partes del mundo está marcada principalmente por razones históricas. Es decir, cuando encuentras al interior de la organización un personaje tan siniestro como Gonzalo Rojas Sánchez, miembro numerario del Opus Dei (eso significa que está a completa disposición del Opus), gran defensor de la dictadura pinochetista, uno tiene el legítimo derecho de preguntarse si todo lo que habla el Opus Dei de la santidad y el ser católicos a concho es cierto o sólo una cobertura que alberga nazis, franquistas y pinochetistas. El Opus dirá siempre que las opciones políticas de cada uno no le conciernen, ahora yo le pregunto al Opus, si es posible desentenderse tan fácilmente de las opciones políticas de sus miembros cuando estas opciones van al encuentro mismo del cristianismo, ¿no? Porque apoyar a Pinochet es aceptar las violaciones a los derechos del hombre y eso no es nada cristiano.
En Francia, el Opus Dei es minúsculo, no tienen mayor importancia, te diría que antes de que apareciera el famoso libro El código Da Vinci, muchas personas que encontré a lo largo de mi trabajo no tenían idea de la existencia del Opus Dei. En España obviamente es el caso contrario, no hay nadie que no sepa lo que es y genera en muchas personas una aversión incontrolable. Los españoles son muy apasionados, o aman el Opus o lo detestan, no encontré términos medios pero en general están muy presentes en la sociedad.
-¿Qué tan poderosa es la organización en Chile?
-M: El poder del Opus Dei en Chile es algo relativo. Obviamente que algunos de sus miembros pueden tener poder a título personal y utilizarlo para lo que ellos estimen es el "bien común" y entonces pensemos que esta el Opus detrás de ellos, y no es tan errado pensarlo puesto que el Opus sí ejerce una dirección espiritual en sus miembros. Es cierto que muchos de sus miembros pertenecen a lo que conocemos como la "elite", sobretodo económica, porque la "elite intelectual" no pertenece ni al Opus ni a ninguna organización de carácter fundamentalista. En ese sentido hay dineros que provienen de particulares y que financian las "empresas apostólicas" del Opus, los colegios, universidades, residencias, etc.
-¿Cómo ves a Lavín en el Opus?¿Cumplía las aspiraciones del grupo en su carrera presidencial?
-M: Lavín es todo un tema. Lavín es más perjudicial que benéfico para el Opus Dei por una simple razón: es un personaje demasiado público para una organización que le gusta trabajar como "tres mil haciendo el ruido de tres". La falta de discreción ya es desmedida por el hecho de que él sea reconocido públicamente como miembro de la Obra. Es un problema sobretodo porque la gente puede pensar que lo que dice o hace Lavín es el sentir del Opus Dei. Yo creo que Lavín o cualquier otro puede cumplir con las "ambiciones" del grupo si las ideas que vehiculan corresponden a las grandes líneas fundamentales del Opus, que para resumirlas te diría simplemente que son ultra-conservadores en lo moral y ultra-liberales en lo económico. Así es el Opus, contradictorio hasta el fin.
Orgullosamente televisivo
Como la gran mayoría de los documentales producidos en Europa, Opus Dei está financiado principalmente por canales de televisión. Las estaciones son una parte fundamental del sistema, sin la cual casi nada podría realizarse. Aunque para algunos las restricciones formales que eso impone son una limitación mayor, lo cierto es que para la mayoría de los documentalistas la televisión es un hogar natural. Y aunque cumpla su rol de financistas con mayor o menor compromiso, para la televisión también se trata de una relación obvia y natural. Algo muy distinto al caso chileno, lo que resulta en casos como el de Marcela Said que coproducen sus temas sobre Chile con apoyo europeo.
-¿Para tí era algo obvio hacer una película nuevamente con producción francesa?
-M: En este caso trabajamos juntos con Jean, que tiene una mirada europea al respecto. Yo vivo en Europa, lo que me da una distancia necesaria para poder reflexionar sobre el tema. Creo que eso también me permite no trabajar con la autocensura con que pueden trabajar los que viven y dependen del medio chileno. Me pregunto cómo sería, si acaso la película sería la misma si yo hubiese estado en Chile todo el tiempo. Creo que no.
"Lavín es más perjudicial que benéfico para el Opus Dei" |
Además, yo me formé acá. Mi pequeña carrera, mi oficio de documentalista comenzó realmente en Europa. Eso da una mirada europea respecto a lo que pasa allá. ¿Y por qué una película sobre Chile? Uno se da cuenta de que tiene la necesidad de reflexionar sobre sí mismo y su propio país. Es eso lo que me interesa. Aunque me doy cuenta de que hay muchos otros temas mucho más universales que también me interesan y que pienso trabajar a futuro, todos mis temas tienen que ver en alguna medida con Chile. Ahí es donde crecí, ésa es mi vivencia. El documental trabaja mucho sobre la memoria y la vivencia. Y no es algo insignificante haber crecido en dictadura, en un país alejado, al final del mundo. Eso te da una vivencia bastante especial.
-¿Tiene alguna importancia simbólica trabajar con una producción francesa o chilena? ¿Te interesaría cambiar eso y producir en Chile?
-M: Financiar una película como se debe es caro, si uno quiere pagar los sueldos de todo el mundo, montar correctamente, pasar un tiempo en la investigación, hacer una buena posproducción… es un precio que los chilenos todavía no están acostumbrados a pagar.
En las dos películas, un desafío mayor era que se viera. Hacer películas para que se queden en la casa no me interesa. Uno no pasa tanto tiempo trabajando para que la vean los amigos. Por eso fue hecha para televisión. Siempre fue pensada en un formato de cincuenta y dos minutos (el estándar televisivo en Europa, particularmente en Francia) porque otro no existe, no se compra. Queríamos financiar la película de tal manera que se viera en televisión en Europa. Ese desafío fue ampliamente logrado ya que pese a todos los problemas que tuvimos hay seis canales de televisión detrás, entre ellos TV5 Monde, que transmite en todos lados.
Si la hubiera financiado sólo en Chile, hubiera hecho una película de setenta u ochenta minutos, sin haberla pre-vendido a canales europeos, no se ve. Se vería en una sala con a lo mejor tres mil personas, y se acabó; la película deja de existir.
-¿Cómo ven el espacio del documental en Chile y Europa?
-M: En Europa existe el documental, se hacen, se venden. Es en países como en Chile donde recién se están abriendo espacios en televisión donde se muestran algunos documentales. Por ejemplo, TVN compró I love Pinochet y dos veces se ha programado pero al final no lo han mostrado. Hoy están negociando con otro canal que lo quiere comprar para mostrarlo. Es una locura: TVN, el canal estatal, no ha mostrado el documental por razones políticas, y finalmente es otro el canal que va a mostrarlo cuatro años después.
-¿Sientes un cambio en Chile en este sentido?
-M: Podría responderte una vez que I love Pinochet se haya mostrado, pero creo que sí, quizás haya un pequeño espacio que comienza a abrirse en los canales. Pero todavía no es suficiente. Hay que cambiar toda la política sobre el financiamiento de los documentales; obligar a los canales a tener una cuota más alta de programas culturales, dentro de lo que está el documental. No sé si los chilenos se dan cuenta de que si se obliga a que el sesenta por ciento de lo que se muestra por televisión sean productos chilenos, eso genera trabajo. Y además es importante para los chilenos reconocerse como en un espejo en lo que ven. Hay que aumentar la cuota, que hoy es insignificante.
-Acá la noción de tener cuotas puede sonar obvia, pero no necesariamente en un sistema económico como el chileno.
-M: Pero hay que empezar a hablarlo. Es como si los cineastas estuvieran resignados a que es así y no hay nada que hacer. Creo que hay mucho que hacer. Esa es la democracia, creer que se pueden cambiar las cosas, y hay que organizarse. Esos son los reflejos que nos quedan de la dictadura, que hay alguien que nos impone una manera de ver las cosas, que las cosas son así y no las podemos cambiar. Pero se tienen que cambiar. Si hoy día tenemos un gobierno de una mujer socialista, hay que apuntar más alto para cambiar las cosas.
"TVN no muestra I love Pinochet por razones politícas" |
-J: El problema en Chile es sólo la falta de financiamiento, porque están las ganas de hacer documentales y hay mucha gente de calidad, con ideas. Afortunadamente está el Fondart, porque si no, no habría nada. Ni cine, ni documental, ni nada.
-M: Lo que me interesa en el documental es hacer temas que no han sido tocados por otros. No quisiera hacer el quincuagésimo film sobre el problema mapuche. Y no es que no me interese, sino que hay otra gente que lo hace. Me gusta abordar temas molestos que nadie se atreve a abordar.
-¿Cómo perciben el momento actual que vive el documental?
-M: En las sociedades en conflicto, donde hay problemas –como es el caso de Francia y Europa hoy, en que se vive un período difícil de la historia-, el documental toma importancia. Es una herramienta de lucha, de contestación. El cine documental siempre ha tenido, en relación a la ficción, este "plus" de hacer hablar de temas que nos tocan en su momento.
-J: Sobre todo temas tabú que están escondidos en la prensa, de los que nadie habla. Lo que la gente quiere ver es La pesadilla de Darwin, Mondovino, las películas de Michael Moore, porque hay un lenguaje que no se oye en los canales de televisión, que no se lee en los diarios.
-M: Cuando los medios se callan respecto a una serie de temas, es el cine documental que los recoge y los trabaja. Incluso hoy en Francia hay una cierta censura patente y visible en la televisión. Por eso el documental se está viendo en salas.
-J: Es que la televisión francesa no toma ningún riesgo con el documental. Hacen temas triviales, de animales, siempre muy neutros, consensual.
-Más allá del tema del financiamiento, ¿cómo ven la relación del documental con la televisión y el cine?
-J: En este caso queríamos hacer una película para un público masivo. Queríamos que mucha gente comprendiera lo que es el Opus Dei, que fuera accesible. No una película para intelectuales, ni cine arte. La televisión calzaba perfectamente.
-M: Hacer una película para televisión no quiere decir hacer una mala película. Eso es lo que cree alguna gente, que porque el órgano de difusión es la televisión tiene que ser un reportaje, con una calidad menor. Todo lo contrario, la exigencia para televisión es aún mayor, si quieres hacer una buena película que al mismo tiempo sea para un público masivo, y que sea interesante.
-J: Si hubiera trabajado para cine, por ejemplo, no tendría el problema de la duración, de si se comprende o no... Es otro trabajo y está pensado de manera distinta. El trabajo para cine es un tanto más egoísta porque lo que prima es hacer una buena película, y el que la ve, la ve. Es mucho más difícil hacerlas circular porque todos los documentales que hoy se hacen para sala, incluso acá, si preguntas por el público (salvo excepciones como Être ou Avoir o La pesadilla de Darwin), pueden tener entre dos y cinco mil espectadores, en el caso de una película a la que le va bien.
-Es la satisfacción de llegar a la sala…
-M: Claro, es como la "gloria". Y es cierto que cuando haces una película para sala sabes que tu imagen está en grande, puedes trabajar otro tipo de cosas...pero es importante tener claro al comenzar una película exactamente por dónde va.
"El problema en Chile es sólo el financiamiento" |
Por ejemplo, mi próximo proyecto no lo pienso para televisión porque sé que el tema no es para eso, y en ese sentido es una película pensada para sala. Pero también tengo otro que es absolutamente para televisión.
Eso no quita que se pueda hacer una versión de 52 minutos para televisión de una película hecha para el cine. Es una muy buena solución, pero muchos realizadores no están dispuestos a hacer eso. Está fuera de discusión tocar su obra de arte. Sin embargo he visto varios documentales de setenta minutos que son demasiado largos, que se podrían haber hecho en cuarenta.
-J: Con esta película tuvimos la suerte de que los canales no intervinieron en el montaje, lo que es bastante raro
-M: Hicimos la película con una libertad absoluta. Hicimos el montaje como quisimos
-¿Es decir que las dificultades de antemano se disiparon cuando estaba terminado?
-M: Al comienzo hubo mucha excitación. En los canales públicos está el tema del gobierno, de que la Señora Chirac es muy cercana al Opus Dei y nadie quiere tener problemas con el gobierno para proteger su trabajo.
-J: Es como en Chile: no se sabe quién es del Opus Dei, entonces hay desconfianza. Ese es su verdadero poder: que funciona en base al tabú y al secreto.
-¿Cómo piensan distribuirlo en Chile?
-M: Lo más probable es que tratemos de distribuirla en salas de cine en un primer momento y luego en DVD. La televisión ya veremos si quiere comprarla, el tema les complica, hay mucha autocensura. Yo entiendo el hecho de que un país que ha vivido en dictadura, acostumbrado a estos patrones latifundistas que basta con una llamadita por teléfono para que más de alguno pueda tener problemas, impide a muchos a actuar en plena libertad. Es decir, aunque la película les guste, prefieren no arriesgarse, es cosa de ver lo que pasó con I love Pinochet, comprada por TVN y luego censurada, ¿cómo es posible?
Opus Dei, une croisade silencieuse
Chile/Francia, 2006
Realización: Jean de Certeau y Marcela Said
Producción: Christine Le Goff
Producción ejecutiva: Emmanuelle Koenig
Valparaíso Productions, Fondart, TV5 Monde, Planète, TSR, SBS, RTBF, CNC, Procirep Angoa
Montaje: Jean de Certeau
Música: Jorge Arraigada
52 minutos